Hay veces que uno puede ver, in situ, los brotes de formación estelar. Y la nebulosa de la Roseta es una de esas ocasiones.
La Nebulosa de la Roseta en realidad es un complejo de cúmulos estelares jóvenes a los que le rodea una zona de emisión, muy extensa, de gas hidrógeno ionizado o región HII. Su forma recuerda mucho a una rosa a medio desplegar, incluido un pequeño tallo. En su interior brilla el cúmulo NGC 2244 (Caldwell 50), descubierto de forma temprana, en 1690 por John Flamsteed, primer Astrónomo Real Británico y director del Observatorio de Greenwich. Todo el complejo está situado en la constelación de Monoceros, siguiente a la bellísima constelación de Orión y situada en Géminis y Can Mayor.
La región que estamos observando es una imagen de 5.200 años atrás, que es su distancia estimada a nuestro Sistema Solar, y presenta una extensión de 120 años-luz. Las emisiones de las jóvenes estrellas azules del interior del cúmulo formadas hace menos de 4 millones de años han "limpiado" el centro de la Nebulosa y excitado el resto del gas haciéndolo brillar. Pero no sólo eso: el intenso viento estelar de estas masivas estrella clase espectral O y B está comprimiendo el gas generando nuevos brotes de formación estelar, estando en curso actualmente. De hecho, si analizamos detalladamente imágenes de la Nebulosa, podemos ver Glóbulos de Bock rodeando el campo estelar en cuyo interior se alojan sistemas estelares en formación. Típicamente un Glóbulo es una nube densa y opaca que aloja un embrión estelar y con una masa inferior a 100 masas solares.
Los intensos vientos estelares de las supermasivas estrellas jóvenes del cúmulo expanden el gas circundante al sistema estelar en formación hacia "atrás" a modo de cola recreando estas fabulosas formaciones que tienen tamaños de varias decenas de años-luz.
La Nebulosa de Roseta es un objeto muy agradecido en cuanto a astrofotografía: es relativamente brillante aunque extenso, por lo que se necesitan focales cortas para abarcarlo completamente. En la fotografía que expongo, se utilizó un refractor f/6 junto a una cámara DSLR Canon 1000D modificada (sin filtro IR y refrigerada mediante Peltier) a través de un filtro Halfa de 12nm de paso. La ventaja de la DSLR es su chip de gran tamaño, que posibilita abarcar estos magníficos objetos. Aún así, la imagen está constituida por una tesela y media.
Como podéis observar, una astrofoto no sólo tiene un determinado valor estético, sino también, científico. En esta formación, se intuyen los bucles de gas arremolinados y expandidos por el brote de formación estelar en su interior, que todavía continúa. Con una masa estimada de 10.000 masas solares, seguirá brillando, y mucho en el futuro, hasta que la cubierta de gas se expanda o se convierta en estrellas que iluminen nuestro cielo dentro de miles de años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario